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domingo, 5 de agosto de 2012

Análisis del discurso de Angela Merkel

En este caso vamos a analizar el discurso que la canciller alemana Angela Merkel realizó el 31 de diciembre de 2011 en un discurso de corte navideño dirigido al mundo entero, pero especialmente al pueblo alemán.
El discurso está disponible en Youtube en este link. Originalmente está en Alemán.

Lo primero que llama la atención en este dircurso es el tono amable y tranquilo del mismo. No hay ninguna exaltación ni acaloramientos discursivos muy propios de otro tipo de eventos como por ejemplo los mítines políticos. En los mensajes navideños, los discursos suelen ser planos y contenidos en la forma, es decir, poco expresivos. Por ejemplo, aquí en España en el discurso de su majestad el Rey Juan Carlos I, el discurso suele  ser muy monótono y repetitivo generando poco entusiasmo. 

Angela Merkel con su
posición de manos
característica.
Merkel destila autocontrol, moderación y una pose equilibrada durante todo el discurso. Su postura es rígida, poco expresiva. Sus manos permanecen juntas unidas por los dedos, en un gesto que ella misma utiliza con frecuencia y que expresa su deseo de autocontrol.

Merkel mira a la cámara con seguridad, mantiene la mirada y expresa confianza y sinceridad. Su voz es expresiva, pero monótona. No hay cambios de tono ni de velocidad. No hay ningún resquicio de que ese discurso sea un acto comunicativo personal. Es un discurso muy institucional.

El contenido, como suele ser habitual en estos casos, es previsible, generalista, trazado en las grandes ideas y principios. Son discursos de apuntalamiento político en donde no se dice nada nuevo, solamente se citan los grandes ideales como la libertad, la seguridad, la democracia, el esfuerzo, la participación colectiva, el medio ambiente y la esperanza de un futuro mejor para Europa. Todo ello salpicado con algunas alusiones a la realidad, pero también muy generalistas.  

Merkel habla de una forma tan equilibrada que finalmente el discurso termina por resultar aburrido y lleno de lugares comunes. En algunos momentos, hacia el final, se hace un pequeño llamamiento a las emociones. Se habla del poeta romántico Heinrich Heine e incluso parece personalizar un poco el propio discurso. Después, Merkel incluso parece “sonreir”, digo parece porque de hecho no lo hace, tan solo traza una ligera mueca en el labio. Es el único gesto emocional que se permite y que queda muy atenuado por su autocontrol que nunca la abandona.


En otros discursos de Merkel, como por ejemplo el que realizó ante la OMT, nos encontramos con una Merkel un poco más expresiva. Sonríe más, gesticula más con las manos, abandona la rigidez corporal, a pesar de lo cual mantiene una pose corporal y gestual autocontrolada. Eso sí, sigue transmitiendo esa base de tranquilidad, seguridad y confianza, muy característico en ella. 

En definitiva y volviendo a nuestro discurso navideño, Merkel comunica de forma efectiva, y segura, con gran confianza en su capacidad, pero curiosamente no lo hace con la espontaneidad de un verdadero comunicador. Es una comunicadora que estudia sus discursos y los practica para no dejar nada al azar. Probablemente cree absolutamente en lo que dice, pero no permite que ningún atisbo de personalización o de sentimentalismo se inmiscuya en su oratoria.

Todo esto hace que su comunicación no sea muy popular y por lo tanto no genere entusiasmo si no más bien tedio e indiferencia mezclado con sinceridad, confianza y profesionalidad. En pocas palabras, todo un discurso a la alemana cargado de contradicciones. 


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