domingo, 4 de noviembre de 2012

Aprender a Hablar en Público

A continuación voy a enumerar 10 consejos prácticos para hablar en público que han sido extraídos de mi libro Aprender a Hablar en Público.

Todos estos recursos, por medio de la práctica, han demostrado su eficacia a la hora de realizar presentaciones en público y han sido extraídos de la experiencia y el sentido común.

Tenga en cuenta que el principal enemigo a la hora de hablar en público es usted mismo. Por medio del miedo y las inseguridades nos paralizamos hasta ser incapaces de poder comunicarnos con eficacia. 

A continuación vamos a ver los 10 consejos prácticos para poner en práctica desde hoy mismo nuestra capacidad de comunicarnos con los demás:

1. No lea su charla: Esta es una de las peores cosas que se pueden hacer. Incluso llega a molestar al público. Un discurso leído pierde toda su gracia e interés y se convierte en algo muy aburrido.
Es fácil hacer presentaciones si
tienes un método de trabajo
La atención del público se perderá prácticamente desde el principio. El conferenciante no puede establecer un buen contacto visual e incluso da la sensación de que está ausente.
Por lo tanto, si quiere hablar bien en público, entrénese y no lea una sola palabra de su charla. Estructure su discurso en tres partes: la apertura, el cuerpo y el final.
Es aceptable leer un discurso cuando tenemos que informar de una declaración importante y puntual o cuando se trata de un acto protocolario breve.

2. Agrupe sus notas de forma esquemática: Aunque lleve muy bien preparada su presentación es muy útil hacer un esquema en una hoja tamaño folio, para saber de un vistazo en qué punto se encuentra de su disertación.
Un esquema en forma de árbol es muy apropiado para el caso: anote únicamente las palabras clave y los ejemplos o demostraciones que va a efectuar.
Si luego quiere improvisar, ya le surgirá la ocasión espontáneamente sin buscarlo, pero no es recomendable ir a un discurso e intentar improvisarlo todo.

3. Practique antes de dar su charla: No se presente el día de la conferencia sin haber ensayado antes delante del espejo. Descubrirá sobre la marcha que había puntos que no estaban claros, o que simplemente no sabe qué decir.
Practique antes de hablar en público, e incluso ante un auditorio más pequeño, como por ejemplo, su familia, pero tampoco practique excesivamente, no se obsesione. Repetir el discurso dos o tres veces, dejando pasar un tiempo entre cada vez, por ejemplo de un día, es suficiente para que usted esté bien preparado.

4. El principio de su charla es crucial: Ensaye muchas veces la apertura, anote cifras si las va a utilizar. Por lo general, el principio es lo más difícil: no sabemos cómo romper el hielo, la gente nos mira con caras aún no familiares, nos sentimos vulnerables.
Prepare bien esta parte y piense que en seguida tendrá a la gente de su lado. Este es el momento en que usted se pone a prueba. 
Los buenos oradores que creen en su discurso, que creen en lo que dicen, no temen el principio, porque tienen la seguridad de que al poco tiempo se habrán hecho con la audiencia.

5. No cuente un chiste al comienzo de su charla: Si no hace gracia se mete usted en una situación algo embarazosa.
Distinga entre un chiste y una anécdota graciosa, la anécdota es mucho más recomendable y suele salir bien.

6. Haga una breve pausa después de su apertura: Esto conseguirá que sus palabras tengan impacto en la audiencia. No corra cuando hable, usted tiene un tiempo para hablar y usted tiene su propio ritmo para hacerlo. Hable despacio, le entenderán mejor.
Con grandes audiencias, en los discursos políticos, o en las grandes convenciones por ejemplo, las pausas que hace el orador en seguida las aprovecha la audiencia para aplaudir y gritar.

7. Estudie bien el tema que va a presentar: El buen orador sabe mucho más de lo que nos está contando en su discurso y eso se acaba notando. Conviene profundizar en el tema que se trata, para después resumir qué es lo importante y qué no lo es.
El objetivo no es que demuestre lo mucho que sabe para impactar a los demás, el objetivo es estar bien preparado para el fin por el que hablamos.
Por lo general, una charla puede tener una de estas cuatro funciones:
* Persuadir y motivar
* Informar
* Impresionar y convencer
* Entretener
Recuerde que el arte de aburrir es contarlo todo.

8. Hable variando el tono de su voz: Evite ser monótono, suba o baje de tono o aumente y disminuya la velocidad dependiendo del momento y la situación. Su voz transmite mucha información.

9. Busque temas que le motiven: Esto no quiere decir que muestre entusiasmo sin más. Lo que se puede hacer es elegir temas que a uno le interesen de verdad para no tener que fingir que algo nos gusta.
El entusiasmo es algo muy personal y hay personas que lo expresan mejor que otras, pero tenga bien claro que el entusiasmo va a ser el motor de su discurso.

10. Establezca diálogos, no discusiones: Céntrese en el punto de vista del otro, intentando comprender sus motivaciones, incluso aunque usted no esté de acuerdo.
No estar de acuerdo con alguien no significa que no pueda escucharle e intentar comprenderle. Los beneficios de escuchar son muchos.
Recuerde que para hablar bien en público el primer paso es aprender a escuchar a los demás. Siempre se enfatiza en el querer aprender a hablar en público y pocas veces en el saber escuchar. Practique la escucha activa.

Pincha aquí para leer un análisis del discurso de Carme Chacón. O bien pincha aquí para leer un análisis del discurso de Angela Merkel. Muchas veces observando a los demás también podemos aprender algo por imitación. 

Para saber más: Aprender a Hablar en Público. Disponible en amazon. Y también disponible en Bubok por un precio muy económico. 

sábado, 27 de octubre de 2012

El punto zen

Hay momentos en los que uno o una encuentran un equilibrio mental muy placentero y tranquilizador. Ocurre a veces entre tormentas. Vivimos con un estilo ajetreado, muy movido, con miles de pensamientos que se proyectan constantemente en el futuro. El ser humano es hoy por hoy y por definición un ser descontento, insatisfecho, volcado en la consecución de metas futuras. Un ser falsamente contento. Estereotipado. Individuos manipulados que creen que manipulan.

Un momento perfecto en donde no pasa nada
Pero hay momentos en los que esa maquinaria se detiene. Unos más otros menos, los hay que encuentran cobijo en las relaciones íntimas, afortunados ellos y ellas, otros, no tan felices, busca refugio a su insatisfacción en metas más o menos loables, grandes proyectos, el arte, la realización personal.

Muchos buscan cobijo a su desazón en las adicciones, las drogas, el alcohol, el tabaco, las relaciones sociales hiperactivas, el sexo compulsivo. Hasta parece que el sistema de redes sociales se ha aliado con nuestro modo de vida superficial e insatisfactorio. Todo es rápido, artificial, efímero y rídiculamente prescindible. El ejemplo perfecto es twitter. Estamos creando sistemas estúpidos, hiper-eficientes y completamente insatisfactorios.

De vez en cuando alguien encuentra ese estado perfecto. Una tranquilidad casi infinita y sin ninguna razón aparente. Un bálsamo de paz que nos llena como no nos llena nada. Y entonces descubres una nueva dimensión. No hay pasado. No hay futuro. Sólo estás aquí y ahora y no necesitas nada más.

Todo lo que necesitas lo tienes. Después... ese estado desaparece y vuelves a caer en la insatisfacción. Comienzas de nuevo a buscar. Pero rara vez se encuentra porque siempre buscamos en sitios equivocados. Nos engañamos profundamente pensando que la libertad, la libertad y la paz interior están donde otros nos han dicho que está. Pero eso es falso y no se cumple. Sólo nos distraemos momentáneamente.

Pero algo ha cambiado en el interior de la persona que ha vivido un momento zen. Ahora ya sabe dónde está la verdadera paz y siempre tratará de volver a ese estado porque ahora sabe que todo lo demás es tan sólo un pequeño adelanto de lo que se puede llegar a conseguir.

Si te ha gustado este artículo tal vez te guste la filosofía de vida del pueblo de los murkus que aparece en mi novela El Proyecto Gaia.

jueves, 4 de octubre de 2012

Steve Jobs

Nunca tuve la oportunidad de conocer en persona a Steve Jobs. No tuve esa suerte, aunque a decir verdad, a veces no conocemos a la gente personalmente pero estamos vinculados a ellos de una manera especial. Ocurre a menudo cuando lo que esas personas dicen o expresan se conecta con nosotros de una manera única que nos inspira y nos motiva.

Steve Jobs
Steve Jobs, un genio, enorme empresario de los de verdad, que inspira, un hombre a veces con mal carácter, muy exigente, un hippy moderno, un buscador de oportunidades, un visionario, un emprendedor, un obseso por las dietas, una persona que ha inspirado a muchos y que siempre ha creído en que tenía que actúar, hacer cosas concretas y cambiar el mundo.

Muchas son las cosas que Steve Jobs ha dicho y hecho. Él no se conformaba con imaginar, él hacía. Cogía el teléfono, llamaba, creaba cosas nuevas que antes no existían. Amaba lo que hacía. Se atrevía a probar con lo que no estaba en el guión. Fíjate, incluso tuvo curiosidad y profundizó en el budismo de la mano de Ram Dass.

En el verano de 2005 Steve Jobs dio una conferencia en Standford, una conferencia que casi todo el mundo conoce y que está disponible en youtube. He escuchado muchas veces esa conferencia, a veces como ejemplo de discurso de oratoria. Para mí, guarda varios grandes mensajes.

Uno es el hecho de que las cosas en la vida por lo general vienen de forma bastante aleatoria y desordenada, carentes de sentido, y que sólo después, mirando hacia atrás, cobran un significado. Jobs describió esa idea como unos puntos que mirando hacia atrás se van uniendo, pero que cuando miramos hacia delante no tienen sentido alguno.

Cuando aparece algún fracaso o cuando se sufre una decepción, es fácil caer en la conclusión de que la vida es estúpida, carente de sentido y azarosa. Hay momentos aburridos también en donde no pasa nada. Momentos como el que Jobs describió en su conferencia, cuando iba a las clases de tipografía. ¿Cómo iba a saber él lo que esas clases le iban a enseñar hasta un tiempo más tarde?

Otro mensaje importante, es que hay que hacer lo que uno ama. Un mensaje que podría parecer muy utópico hoy en día y sin embargo, cuánto sentido común hay en esa simple frase. Podemos ser muy prácticos la verdad, pero sólo hay una vida y si la malgastas en algo que odias, ¿merece la pena? No sé, reflexiona sobre ello. ¿De verdad merece la pena hacer algo que no te gusta? Yo creo que no. Así que hay que arriesgar y cuánto antes se haga mejor.

Steve Jobs y Wozniak en 1976
Por eso, la gente que ahora sois muy jóvenes, menores de 22 años por ejemplo, tenéis que arriesgarlo todo. Absolutamente todo. Es casi una obligación. Es el momento de hacerlo y aunque se fracase, la experiencia que se obtiene es enormemente valiosa.

Eso decía Steve Jobs. No hay que tener miedo al fracaso por una razón. Al final todos vamos a morir. Todos. Y eso sí que es democrático. La vida en sí es la crónica anunciada de un estrepitoso fracaso: la muerte de cada uno. Así que, ¿qué importa un simple fracaso?

Hoy es el aniversario de la muerte de Steve Jobs, y en una entrevista realizada en Noviembre de 1994 y que se puede ver aquí, Steve Jobs hablaba, entre otras cosas de las cajas azules que fabricó con su socio Stephen Gary Wozniak. Fue el 1 de abril de 1976, cuando Jobs y Wozniak fundaron la empresa Apple. Empezaron con muy poco. No tenían dinero. Tuvieron que reunir 1.300 dólares vendiendo una vieja furgoneta. ¡Imagínate!

Me gustaría contarte en detalle cómo se creó Apple para que veas cómo surgen las oportunidades, cómo en nuestras vidas aparecen ventanas de oportunidad para hacer cosas, cambiar la realidad y crear un mundo mejor. Hay muchas cosas que no se conocen de Steve Jobs. Jobs era un ferviente defensor del poder de la voluntad. Estaba muy interesado en la espiritualidad oriental, el hinduísmo, el budismo zen y la búsqueda de la iluminación. Un empresario fuera del molde.

Jobs, Sculley y Wozniak presentando el Apple. 
Por su lado, Wozniak, era muy diferente de Jobs. Wozniak era un brillante ingeniero, muy poco adaptado socialmente y con fobia hacia lo comercial y las ventas. Lo odiaba. Pero entre ambos crearon Apple, una compañía que hoy en día, da trabajo a más de 60.000 personas en el mundo y que está en la vanguardia después de 36 años de haber sido creada.

Y todo empezó por casualidad, cuando Wozniak descubrió en una revista un artículo en donde se describía la forma de hacer llamadas gratis mediante una cajita azul. Sigue esa historia aquí en un vídeo que acabo de hacer para conmemorar el año de la muerte de Steve Jobs.

Todo esto nos lleva a otro de los mensajes de Jobs.

En la entrevista de 1994, Jobs nos comenta que lo que nos han enseñado es que tu vida consiste en vivir dentro de unos límites que te han impuesto: estudiar, formar una familia, ahorrar dinero, comprar una casa, un esquema. La vida es así, tratar de no estrellarse demasiado y seguir una senda ya marcada por la sociedad.

Pero esa es una visión muy limitada de la vida.

Hay que darse cuenta de que la "vida" está construida por gente que no ha sido ni es más lista que tú y que tú puedes cambiar la vida, puedes influir sobre ella, puedes empujar y al otro lado habrá una reacción. En cualquier escenario, por malo que parezca, siempre hay una oportunidad de cambiar las cosas a mejor.

Steve Jobs muy joven
Siempre hay una manera de encontrar una cajita azul.

Hay que quitarse esa concepción errónea de que la vida es algo estático sobre lo que no tenemos influencia y empezar a pensar que todo lo que hacemos puede generar un cambio positivo en la vida de los demás y en la de uno mismo. Y no digamos cuando ese cambio no se genera sólo por una persona si no por un grupo o un colectivo de personas.

Una vez que se entiende esto tu vida ya no será la misma.

Hoy, 5 de octubre de 2012, hace un año que murió Steve Jobs. Allí donde estés Steve, gracias por tu inspiración, por hacernos creer que las cosas pueden cambiarse, por mostrar incomformismo, por ser capaz de crear cosas nuevas que no estaban antes y que nadie te dijo que deberían hacerse.

Gracias por decirnos que todos somos humanos, con nuestros límites, con nuestras imperfecciones y defectos, pero también con infinitas posibilidades de cambio. Gracias Steve. Que Dios te bendiga.

Simón Hergueta